La administración del hambre
en tiempos de la biopolítica.
PRIMERAS CONSIDERACIONES
El hambre se ha constituido como un elemento esencial
a la hora de pensar la historia de la humanidad, incluso podríamos afirmar que
gran parte de los conflictos que han azolado al mundo deben su origen a esta
problemática. La sensación del hambre indica en forma directa su saciedad por
medio de los alimentos, de ahí la estrecha relación entre falta y satisfacción.
Tal binomio se ha configurado a partir de profundos desequilibrios y
desigualdades. Según los estudiosos del problema históricamente en la falta ha
recaído el protagonismo principal. Si bien, no es posible cuantificar o
cualificar la experiencia del hambre, las estadísticas de los organismos que
estudian tal fenómeno, hablan de alrededor de 24. 000 personas que fallecen
cada día por causa de este flagelo, la mayoría niños de menos de 5 años. Por
otra parte, la FAO indica que cerca de 800 millones de personas padecen de
hambre en el mundo. Cifras que aumentan progresivamente debido a la actual
crisis de alimentos que sufre el planeta. A partir de estos datos, podríamos
pensar que el hambre remite solamente a un problema fisiológico y económico,
que tendría solución a partir de la implementación de políticas adecuadas en
este orden. Pero al parecer, el problema del hambre implica una infinidad de elementos
que subyacen en otras esferas del desarrollo del propio ser humano, y guardan
estrecha relación con la seguridad, la política, la cultura, etc.
En este sentido, podríamos afirmar que el hambre es
una falta constitutiva del ser humano, falta que siempre hay que saciar y que
determina muchas veces el futuro de poblaciones enteras. Al respecto, la falta
de alimentos, se comporta como una de las más importantes para la mantención de
la vida (ζωή). El problema que subyace entorno a la manifestación de tal falta,
es la relación directa que tiene el hambre con la política, y más propiamente
con determinados marcos administrativos y gubernamentales que planifican y
regulan la circulación, acceso y emergencia de determinados alimentos. En este
contexto, lo lógico sería pensar que desde siempre el hombre ha instaurado
determinadas estructuras políticas y económicas para administrar la producción
de alimentos, y de esta forma contribuir a la satisfacción del hambre. Desde la
óptica marxista, se habla de diferentes modos de producción históricos:
comunidad natural, esclavista, feudal, capitalista y comunista.1 Para el
marxismo, cada modo de producción reproduce determinadas formas de riqueza, lo
cual determina las posibilidades de satisfacción de las necesidades básicas de
determinado grupo humano. Sin embargo, ¿es posible pensar desde otro punto de
vista tal problemática?, en otras palabras ¿es factible que lo constitutivo y
decisivo en el ámbito del poder es precisamente la administración de la falta?
Tal interrogante, nos conduce al punto que trataremos en las siguientes líneas.
Asunto que remite a la estrecha relación entre hambre y el concepto de
biopolítica. En este sentido, pensar el hambre en la actualidad, es pensar en
los mecanismos de control y sujeción que penetran los cuerpos e inscriben en
éste las prácticas institucionales del saber/poder de determinado ente
gubernamental. De ahí que en los cuerpos desnutridos por efectos de las
políticas económicas, mal alimentados por efectos de los estereotipos de belleza
que transmiten los medios de comunicación, o afectados por patologías
propiciadas por la mala calidad de los alimentos, se encuentren las huellas y
los indicios de una política que apuesta a la administración de la vida y de la
falta; en palabras de Zúñiga “un cuerpo prendado por dispositivos de
integración productiva.”2
Para Foucault, este poder sobre la esfera de la vida,
alcanza su forma más acabada durante el siglo XIX, proceso que hunde sus raíces
siglos atrás, con la emergencia de las sociedades disciplinarias. De igual
forma, el filósofo advierte la existencia de una compleja tecnología para el
sometimiento de los cuerpos, a tal proceso se le denomina tecnología de doble
faz, la cual se articula a través del control del cuerpo (anatomopolítica) y la
población (biopolítica). En las siguientes líneas, analizaremos algunas claves
de la administración del hambre a partir de estos conceptos.
ACERCA DE LA BIOPOLÍTICA
Ciertamente el término “biopolítica” procede de los
análisis que realizó Foucault de las sociedades disciplinarias, las referencias
al concepto se pueden encontrar en gran parte de sus textos, destacándose
explícitamente esta problemática en los libros “el Nacimiento de la
Biopolítica” y en “Seguridad, territorio y población”. Sin embargo, su
prematura muerte, le impidió proseguir con sus investigaciones. Así, en la
figura de Giorgio Agamben encontramos la continuación y profundización del
concepto. Si bien, Foucault y Agamben ponen el término de biopolítica en la
palestra del debate filosófico y político, los dos pensadores presentan claras
diferencias a la hora de abordar el tema. Para el primero de ellos, el concepto
de biopolítica surge a partir del siglo XIX, con el progresivo desplazamiento
del poder soberano hacia todos los ámbitos de la vida de sus súbditos: “sin
embargo, nunca las guerras fueron tan sangrientas como a partir del siglo XIX
e, incluso salvando las distancias, nunca hasta entonces los regímenes habían
practicado sobre sus propias poblaciones holocaustos semejantes. Pero ese
formidable poder de muerte ̶ y esto quizá sea lo que le da una parte de su
fuerza y del cinismo con que ha llevado tan lejos sus propios límites ̶ parece
ahora como el complemento de un poder que se ejerce positivamente sobre la
vida, que procura administrarla , aumentarla, multiplicarla, ejercer sobre ella
controles precisos y regulaciones generales. Las guerras ya no se hacen en
nombre del soberano al que hay que defender; se hacen en nombre de la
existencia de todos; se educa a poblaciones enteras para que se maten
mutuamente en nombre de la necesidad que tienen de vivir.”3 En esta lógica,
para Foucault el genocidio es consustancial a los poderes soberanos, a raíz del
cual, estos ejercen el total control sobre la especie, la raza y la población
en general.
Por otro lado, para Agamben, la política misma es una
relación de exclusión – inclusión de la ζωή, proceso que se materializa con la
excepción de la nuda vida. Agamben encuentra el clímax de tal proceso en el
campo de concentración. La originalidad de su pensamiento consiste en poner en
cuestión la relación del poder soberano y la vida, instalando como eje
directriz de sus análisis la relación entre la normalidad y la excepción: “la
presente investigación se refiere precisamente a ese punto oculto en que
confluyen el modelo jurídico- institucional y el modelo biopolítico de poder.
Uno de los posibles resultados que arroja es, precisamente, que esos dos
análisis no pueden separarse y que las implicaciones de la nuda vida en la
esfera política constituyen el núcleo originario – aunque oculto – del poder
soberano. … la biopolitica es, en este sentido tan antigua al menos como la
excepción soberana.”4 Si bien, es posible recocer entre Foucault y Agamben
diferencias programáticas a la hora de pensar la biopolítica, sus postulados en
líneas generales plantean la inquietante relación entre el cuerpo y la
inscripción del poder sobre este último. Se trata de buscar en los cuerpos
inscritos por las prácticas institucionales, las huellas, cicatrices, heridas,
etc., del poder disciplinante. Por su parte, el hambre como necesidad
fisiológica se encuentra en el entramado de una multiciplicidad de relaciones
de poder/saber. En esta dirección, el hambre y la gestión gubernamental,
encontrarían su punto de intercepción en la administración y ejecución de las
políticas de seguridad.
La biopolítica centra sus análisis en las nuevas
tecnologías del poder que ya no recaen sobre un territorio, ni sobre los
individuos, sino que éstas se ejercen sobre la población. De ahí la importancia
de los procesos biológicos del ser humano y su relación con la optimización de
la vida, en el marco del vaciamiento de las fuerzas vitales del sujeto. Se
trata de la colonización del poder en todos los ámbitos donde se desarrolla el
viviente. Sin duda, tal proyecto hunde sus raíces en el mismo desarrollo del
concepto de soberanía. Por cierto, en las ideas esbozadas por Hobbes,
encontramos remanentes de esta progresiva colonización de la vida por parte del
poder. Específicamente, en el Leviatán, se encuentra la idea de una potestad
soberana como un poder que hacía morir y dejaba vivir: “este poder soberano se
alcanza por dos caminos. Uno es la fuerza natural. Así sucede cuando un hombre
hace que sus hijos y los hijos de éstos se sometan a su gobierno como siendo
capaz de destruirlos si rehúsan. O cuando mediante guerra somete a sus enemigos
a su voluntad, dándoles la vida con esa condición. La otra es cuando los
hombres acuerdan voluntariamente entre ellos mismos someterse a un hombre, o
asamblea de hombres, confiando en ser protegidos por él o ella frente a todos
los demás.”5 Por otro lado, la biopolítica aparece como un poder que consiste
en hacer vivir y dejar morir. De ahí que la relación entre soberanía y
territorio entre en una suerte de crisis, desde ahora la relación que adquiere
importancia es la correspondencia entre seguridad y población.
Al establecer una cierta genealogía de la biopolítica,
encontramos en los análisis de las sociedades disciplinarias realizado por
Foucault los indicios y marcos conceptuales de tal proyecto. A lo anterior, se
agrega las nuevas tecnologías de control y exclusión que fueron apareciendo con
la emergencia del poder disciplinante y la necesaria vigilancia de la
población. Ejemplo de lo anterior, es el concepto de panóptico desarrollado por
Bertham: “ Si fuéramos capaces de encontrar el modo de controlar todo lo que a
cierto numero de hombres les puede suceder; de disponer de todo lo que los
rodea a fin de causar en cada uno de ellos la impresión que quisiéramos producir;
de cerciorarnos de sus movimientos, de sus relaciones, de todas las
circunstancias de su vida , de modo que nada pudiera escapar ni entorpecer el
efecto deseado, es indudable que un medio de esta índole sería un instrumento
muy potente y ventajoso, que los gobiernos podrían aplicar a diferentes
propósitos, según su trascendencia.”6 De aquí el interés de Foucault por el
panóptico como paradigma de las sociedades disciplinarias. De igual manera, en
“Historia de la Locura” Foucault pone en evidencia el disciplinamiento que
acontece en la formación del asilo, en el cual, se constata la instalación de
una moral y tecnologías coercitivas que penetran la propia voluntad y el cuerpo
del enajenado. En este plano, las metodologías terapéuticas implementadas por Tuke
y Pinel, permiten la extrapolación de las grandes estructuras de la sociedad
burguesa y de sus valores al ámbito de la locura7, en las cuales, predomina
siempre un elemento coercitivo y autoritario. De este proceso, se desprenden la
serie de relaciones binarias: falta / castigo; familia / padre; enfermo /
medico. Por cierto, relaciones en las cuales, se agrega la díada “falta /
administración de la falta” o “hambre / administración del hambre”.
Por otra parte, Negri reconoce en los análisis de
Foucault, la preparación del terreno para los estudios de las sociedades de
control y el funcionamiento de los mecanismos de coerción del poder imperial.
Para el autor de “Imperio”, las sociedades disciplinarias son aquellas donde el
poder se ejerce a partir de una red difusa de instituciones, las cuales actúan
sancionando y excluyendo las conductas desviadas, estableciendo el terreno de
la sin razón como espacio de estas últimas. Para Negri, la sociedad
disciplinaria caracteriza al primer periodo de acumulación capitalista. Por el
contrario, las denominadas sociedades de control, se sitúan en los bordes de la
misma sociedad de consumo. Características de éstas son la inclusión del poder
disciplinante en las prácticas cotidianas y comunes del sujeto, el control se extiende
más allá de las capacidad reguladora de la institución: “el biopoder es una
forma de poder que regula la vida desde su interior, siguiéndola,
interpretándola, absorbiéndola y rearticulándola. El poder sólo puede alcanzar
un dominio efectivo sobre la vida de la población cuando llega a constituir una
función vital, integral, que cada individuo apoya y reactiva voluntariamente.”8
En este breve esbozo del concepto de biopolitica, es
fundamental la problematización que introduce Agamben, fundamentalmente con la
instalación de los conceptos antiguos de ζωή y βίος. El primero remite a la
simple vida natural, y el segundo a una forma vida cualitativa. Agamben basa su
argumentación a partir de la separación de la ζωή que establece Aristóteles al
momento de definir la inmanencia de una comunidad política. Éste crea una
demarcación de lo que debe estar dentro y fuera de la polis, de ahí que la
simple vida queda excluida del espacio político. Ésta queda expulsada al
espacio coercitivo del οίκος (casa o hacienda). La actividad política emergería
a partir de esta exclusión. Tal operación puede reconocerse en la relación
cultura-naturaleza, operación donde la ley establece el límite entre el afuera
y adentro.
Ahora bien, lo que le interesa a Agamben es la
determinación de la política por medio de la exclusión de la vida natural,
conexión que subyace a gran parte de la política moderna. Sin embargo, la
originalidad del pensamiento de este último, consiste en plantear una suerte de
relación exclusiva – inclusiva de la ζωή en la política, concatenación
paradigmática que encuentra en la figura de la excepción su punto central. En
este plano, Agamben realiza una radical crítica a la forma como se ha planteado
tradicionalmente la política occidental: “la afirmación según la cual « la
regla vive sólo de la excepción » debe ser tomada pues literalmente. El derecho
no tiene otra vida que la que consigue integrar dentro de sí a través de la
exclusión inclusiva de la exceptio: se nutre de ésta y sin ella es letra
muerta. En este sentido realmente el derecho «no tiene por sí mismo ninguna
existencia pero su ser es la vida misma de los hombres ».”9 En este contexto,
es a partir de la excepción que se debe pensar la política, lo que trae como
consecuencia el surgimiento del campo de concentración como paradigma de la
modernidad; en el cual, la excepción se convierte en la regla.
LA ADMINISTRACION DEL HAMBRE
Al plantear el tema de la administración del hambre,
estamos afirmando como desde el horizonte de la biopolítica, es posible la regulación
de la falta y las tecnologías que se disponen para este cometido. Al respecto,
en el texto “Si esto es un hombre” de Primo Levi, este habla de un “hambre
viviente”10 para referirse a la situación que se vivía en el campo de
exterminio. En su dramático relato, Levi habla de toda una suerte de
dispositivos de control y de seguridad dispuestos en torno a la alimentación de
los detenidos; horarios para cada comida, la dudosa calidad y origen de los
alimentos, establecimientos de ciertos rituales al momento de comer, regulación
y desregulación de la cantidad de alimentos, y prerrogativas y privilegios a
determinados presos: “es bien sabido que sólo los números altos son capaces de
quedarse con el pan en el bolsillo; ninguno de nosotros, los antiguos, esta en
condiciones de conservar el pan durante una hora entera. Varias teorías
circulan para justificar esta incapacidad nuestra: el pan comido poco a poco a
veces no se asimila del todo ; la tensión nerviosa necesaria para guardar el
pan, sin atacarlo cuando se tiene hambre, es nociva y debilitante en grado
sumo, el pan endurecido pierde rápidamente su valor alimenticio.”11 Esta suerte
de control sobre el hambre, que impone límites, categorías, y demarcaciones, se
enmarca en lo que Agamben entiende el como paroxismo de la política moderna,
que se trasunta como sostuvimos anteriormente, en el campo de exterminio. Lugar
donde los cuerpos están disponibles para el total control y regulación de sus
carceleros.
Por consiguiente, habría que entender hoy el hambre como
un espacio de carencia fisiológica, donde recaen gran parte de las tecnologías
de control. En este sentido, las enormes campañas publicitarias realizadas por
las grandes industrias de la alimentación, han instalado una serie de
imaginarios colectivos en torno al consumo y la satisfacción del hambre, e
incluso a través de la publicidad se ha dispuesto la falsa idea de que la falta
es finita y que finalmente es posible saciar. Por cierto, que tal argumento se
enmarca en el contexto de una economía global que predica el consumo
desenfrenado. En palabras de Sontag,12 el capitalismo avanzado exige la
expansión ilimitada de todas las necesidades, en una economía basada en la
gratificación irracional del deseo, que tiene siempre la resultante
satisfacción / insatisfacción.
Un tema relevante a la hora de hablar de la
administración del hambre, es la asociación entre seguridad y población, tales
elementos se encuentran su articulación bajo el concepto de gubernamentalidad.
Al gobierno le compete la administración de la ciudad, donde el concepto de
“circulación” es fundamental a la hora de determinar las políticas se
seguridad. De ahí que van a aparecer una serie de dispositivos y tecnologías de
control cuya función será intervenir en lo que se denomina el medio. Foucault
reconoce en el medio un elemento fundamental, donde se desarrollan las acciones
que transcurren en la ciudad o cualquier asentamiento humano: “Los dispositivos
de seguridad trabajan, fabrican, organizan, acondicionan un medio aun antes de
que la noción se haya constituido y aislado. El medio será entonces el ámbito
en el cual se da la circulación. Es un conjunto de datos naturales, ríos,
pantanos, colinas, y un conjunto de datos artificiales, aglomeración de
individuos, aglomeración de casas, etc.”13 La función del gobierno es entonces
implementar una serie de políticas que puedan asegurar la subsistencia del
medio en una forma segura; como por ejemplo: la importancia del control de la
natalidad, la producción de determinados alimentos, la creación de
estadísticas, la construcción de caminos, etc.
A partir de lo esbozado anteriormente, estaríamos en
condiciones de formular la siguiente interrogante ¿pero cuál es efectivamente
la relación que subyace entre el hambre, la seguridad y la administración de la
falta?, una posible respuesta a tal pregunta, la encontramos en el análisis que
realiza Foucault de los dispositivos de seguridad en el contexto de la
racionalidad gubernamental14 que comenzaba a esbozarse a mediados del siglo
XVII. Aquí, se explícita como el soberano se convierte en un arquitecto del
espacio disciplinado, pero a la vez también asume el papel de regulador de un
medio. En este plano, la labor del soberano es permitir, asegurar y garantizar
la circulación de personas, alimentos, mercancías, etc., en un medio
especifico. Posteriormente, el soberano y en general el aparato gubernamental
del periodo pre-capitalista, debió enfrentar el problema de la escasez de
alimentos, problema tremendamente peligroso para la mantención del orden, ya
que la escasez era sinónimo de revuelta en aquella época. Foucault investiga
como en una primera instancia, en la Francia de los siglos XVII y XVIII, se
implementaron una serie de acciones políticas, administrativas y disciplinarias
para impedir la escasez (limitación de precios, prohibición de almacenar,
limitación de la exportación, limitación de la extensión de los cultivos, etc.)
. Sin embargo, tales medidas resultaron un fracaso, ya que al contrario del
efecto deseado, las medidas provocaron que en general los campesinos se
abstuvieran de realizar sus cosechas, ya que para éstos tal actividad se
convirtió en muy poco rentable. A partir de tales problemáticas, surgieron
diferentes opiniones para enfrentar el tema de la escasez, dentro de tal
espectro de argumentaciones, la Escuela Fisiocrática comenzó a plantear como
principio fundamental para superar el problema, la libertad de comercio y la
libre circulación de granos. Pero más allá de lo meramente económico de
aquellas medidas, lo que subyace a las políticas administrativas de la Escuela
Fisiocrática, es para Foucault, un gran cambio en lo relativo a las técnicas de
gobierno y los dispositivos de seguridad: “ en otras palabras , el principio de
la libre circulación de granos puede leerse como la consecuencia de un campo
teórico , y al mismo tiempo como un episodio en la mutación de las tecnologías
de poder y en el establecimiento de la técnica de los dispositivos de seguridad
que a mi aparecer es característica o es una de las características de las
sociedades modernas.”15
De lo anterior, se desprende que la libre circulación
se convirtiera en el mejor mecanismo contra la escasez y la revuelta, ya que el
constante flujo de alimentos, personas, mercancías, etc., estableció por sí
mismo, un cierto ordenamiento del medio, en el cual, la satisfacción de las
necesidades pasaron al ámbito privado del individuo. Desde ahora, cada sujeto
desarrollará sus propias estrategias para insertarse en el medio y lograr
acoplarse al dinamismo del proceso económico. En esta lucha individual, lo
colectivo queda relegado a la fiesta o a las conmemoraciones religiosas. A
partir de este ejemplo, podemos realizar una serie de extrapolaciones entre las
condiciones actuales que impone el capitalismo globalizado y la administración
del hambre. Podríamos afirmar que la liberalización de las grandes economías y
su esquizofrénico consumismo, han propiciado que falta se convierta en una
constante. La libre circulación, permite la siempre seductora permanecía de la
mercancía; como así mismo, las posibilidades siempre presentes de saciar las
carencias. De ahí que el sujeto moderno ocupe gran parte de su tiempo y vida en
pro de satisfacer su falta, y conseguir los alimentos, que inevitablemente
están supeditados a la relación dinero – mercancía. Sin duda, tal operación que
distribuye tiempos, horarios, emplazamientos, y que impide el necesario tiempo
de reflexión frente a un determinado contexto, se ha constituido para los entes
gubernamentales en un importante mecanismo de seguridad.
En esta lógica, el proceso político, económico y de
seguridad que empieza a operar con los postulados de los fisiócratas, (y su
teoría de la libre circulación de bienes y dinero) en cierta medida, establece,
una linealidad histórica con las actuales políticas neoliberales que se han
implementado en varios lugares del planeta. De alguna forma, en las incipientes
políticas económicas de los fisiócratas, se configura una conciencia unitaria
de la sociedad. Que en este caso, se basa en que finalmente todos los
habitantes de determinado medio, determinan la saciedad de sus faltas en
función de la libre circulación. De esta forma, se determina una cierta red
social, donde cada individuo cumple una función en pro de asegurar la
permanecía del medio. Ciertamente, aquí podemos establecer ciertos paralelos
entre las ideas de los fisiócratas y los análisis que realiza Lukács del
capitalismo y el fenómeno de la cosificación. Parafraseando a Lukács, el
capitalismo ha sido el primer sistema económico y político que a la par de
producir una estructura económica unificada para toda la sociedad, ha producido
a la par una estructura de conciencia formalmente unitaria16. Esta estructura
unificada de conciencia, se manifiesta particularmente en que las ideas de la
clase dominante pasan hacer las ideas del conjunto de la sociedad. Unas de las
consecuencias de tal proceso, es el surgimiento de una actitud contemplativa
por parte del trabajador; frente a un proceso regulado por leyes mecánicas y
que se desarrolla fuera de su conciencia. Así, el tiempo de la producción y de
la circulación de mercancías, se transforma en el tiempo de la sociedad. Tales
procesos, emergerían, en cierto sentido, con la Escuela Fisiócrata, de ahí a
los dispositivos maquínicos y de sometimiento semiótico de que hablará Deleuze
y Guatari17sólo haya una distancia de tiempo.
En este proceso de administración del hambre, la
comida o en general los alimentos que satisfacen la ocurrencia de la falta,
determinan una suerte de sociología de la comida18, en este proceso el hambre abandona
su esfera meramente fisiológica y pasa a constituirse con la comida en una
esfera de interacción social. Esta interacción supone la ocurrencia de límites,
categorías, exclusiones, inclusiones, etc. Como lo constata Simmel, a través de
la historia y las diferentes culturas, es posible observar ciertos
disciplinamientos en este orden: “ así, el Cambridge Guild en el siglo XI
ordena una elevada multa para aquel que coma y beba con el asesino de un
miembro de un gremio; así , el concilio de Viena del 1267, en su tendencia
fuertemente orientada contra los judíos, dispone específicamente que los
cristianos no debían tener con éstos ningún comunidad de mesa ; así en la India
la mancha debida a comer con alguien de casta inferior tiene en ocasiones
consecuencias mortales.”19 En este ámbito, en que la alimentación, se
constituye como un orden sociológico, surgen también aspectos estéticos. En la
medida en que la comida se dispone como lugar de reunión y convivencia, se
desarrolla todo un simbolismo del comer. De hay la existencia de horarios,
decoración, normas de comportamiento, y que la misma comida entre en una
dimensión estética, esteticismo que desemboca finalmente en el arte culinario o
la gastronomía20.
Sin embargo, se constata que en los sectores sociales
de menos recursos, el comer se centra en el hecho de saciar la falta, aquí el
hambre es básicamente fisiológica. Por el contrario, en los sectores más
acomodados el hambre es un elemento que articula toda una escenografía del
comer. Destacable en este punto, es la labor que cumplen los medios de
comunicación y publicitarios en el refuerzo de determinados patrones de
conducta y consumo. Las hiperbólicas imágenes de determinados productos, y la
imposibilidad de acceder muchas veces a ellos, instalan desde ya la falta o la
imposibilidad de saciar el hambre como condición para una gran parte de la
población. En estos entramados comunicacionales, sin duda, directa e
indirectamente se establecen mecanismos de seguridad, ya que tal publicidad
clasifica, delimita, excluye, etc., a diferentes sectores a partir del acceso
que tienen a determinados productos. Los datos o estadísticas que se pueden
desprender de tales acciones posibilitan la planificación de estrategias que
delimitan cada vez más las especificidades de los consumidores (edad, poder
adquisitivo, profesión, etc.) . De ahí que cada producto tenga su particular
esfera de potenciales compradores, lo que determina finalmente, una red de
patrones de comportamiento, que hacen emerger subjetividades en función del
producto que se consume. Así, la subjetividad queda prendada de la
administración de determinados marcos reguladores de la producción de
mercancías, tal relación de mutua dependencia se solidifica como natural y
consustancial a la esfera de la propia vida.
Por su parte, desde la gubernamentalidad se administra
la circulación de tales espacios, apostando a la libre resolución de la falta.
En este plano, si una parte constitutiva la seguridad consiste en limitar y
excluir ciertos elementos en función de asegurar la permanencia de una
totalidad, hay, sin duda, en estas acciones una administración del hambre;
política que persigue en una forma más profunda, la captación y el control del
sujeto a partir de sus necesidades fisiológicas. Resguardando de esta forma, la
permanencia del medio, la circulación y la población.
Este proceso de control y colonización de la vida, no
sólo encuentra en el hambre una cuota importante de manipulación, según la
opinión de Rubert de Ventós21, el deseo erótico aparece también como
instrumento de integración de los deseos de los individuos. Tal integración del
deseo a las esferas de la administración de determinado poder, sólo se limita a
hacer cómplice de la reproducción del sistema. Algo similar ocurre con el
hambre, la tarea cíclica de saciar constantemente la falta, bajo los parámetros
de la administración la misma falta, determina al hambre como un dispositivo
más de control. Tal operación, se determina como un eterno ciclo que recuerda
el mito de Perséfone, en el cual, esta siempre vigilante regresa del frío
infierno para sembrar la primavera. Así, el hambre en tiempos de la
biopolítica, se ha transformado en un área privilegiada donde asentar los
dispositivos de seguridad.
A pesar del laberíntico entramado que encierran los aparatos
administrativos del poder biopolítico, todavía quedan ciertas resistencias que
pasan por la administración de la propia hambre. Nos referimos en este caso, a
la huelga de hambre,22 y a su dimensión política, que desde la falta del propio
sujeto, se constituye como una herramienta ética y subversora del poder. A
través de tal acción, el huelguista parece anunciar desde su carencia la
posibilidad de recuperar su condición de ser humano a partir de volver él mismo
a administrar su hambre. En términos más poéticos, se trata de pelear una
guerra pero sin armas. Finalmente, el núcleo político de la huelga de hambre,
reside en una especie de retorno del control del cuerpo al propio sujeto. Es
decir el sujeto ejerce una especie de particular soberanía sobre sí mismo,
poniendo en cuestión la sujeción que impone el poder soberano. Es esta acción
extrema, el individuo cuenta solamente con la solidaridad que pueda ejercer su
acción, de ahí el peligro de una eminente muerte, ya que el poder soberano, que
en la actualidad se trasunta como biopolítica, no tolera la resistencia y
crítica que se ejerce con la huelga. Pues el control del propio cuerpo, es hoy
un acto de dislocación del poder, que puede traer como consecuencia el
funcionamiento irregular de los dispositivos de seguridad y control.
NOTAS____________
1 Nikitin. P. Economía Política.
Ediciones en lenguas extranjeras. Moscú, 1959.
2 Zúñiga, Rodrigo. La demarcación de los cuerpos. Ediciones metales pesados. Santiago de Chile, 2008.
2 Zúñiga, Rodrigo. La demarcación de los cuerpos. Ediciones metales pesados. Santiago de Chile, 2008.
3 Foucault, Michel. Historia de la
sexualidad Tomo I. Ediciones siglo XXI. México, 2002, pág 165.
4 Agamben, Giorgio. Homo Sacer, el
poder soberano y la nuda vida. Pre- Textos. España, 2003, pág 15-16.
5 Hobbes, Thomas. Leviatán.
Editorial Losada. Buenos Aires, 2004, pág 167.
6 Bentham, Jeremy. El panóptico.
Editorial Quadrata. Argentina, 2005, pág 15.
7 En el capitulo IV de Historia de
la locura, Foucault desarrolla la idea de cómo a través de los métodos de Tuke
y Pinel se establecieron una serie de medidas tendientes a mejorar las
condiciones de permanencia de los locos en los recintos de encierro. Como por
ejemplo: la abolición de los castigos, la liberación de algunos alienados,
constitución de recintos con mejor infraestructura, etc., tales medidas se
enmarcaron en un contexto de humanizar las condiciones en los recintos de
encierro. Pero lo que subyace en tales acciones, es la sustitución del terror
del encierro por la angustia cerrada de la responsabilidad. De esta forma, el
asilo ya no será el que sancione conductas, sino el que organiza y administra
la culpabilidad como conciencia de un sí mismo, culpa que guarda estrecha
relación reciproca con el guardián.
8 Negri, Antonio, Michel Hardt.
Imperio. Ediciones Paidós Ibérica, S.A. Barcelona, 2005, pág 44.
9 Agamben, G. OP.CIT. Pág, 42.
10 Levi, Primo. Trilogía de
Auschwitz. Editorial Océano. Mexico, 2005, pág 102.
11 Ibíd., pág 103, 104.
12 Sontag, Susan. La enfermedad y
sus metáforas, y el sida y sus metáforas. Editorial Taurus. Buenos Aires, 1996,
pág 65.
13Foucault, Michel. Seguridad,
territorio, población. Fondo de Cultura Económica. Argentina, 2007, pág 42.
14 Foucault reconoce a principios
del siglo XVII, un cambio en la manera de cómo se constituyen las políticas
gubernamentales preferentemente en el orden económico. A través de la
regulación de las importaciones, exportaciones, control de los flujos de
moneda, etc., se perfila una intervención del poder soberano en los súbditos
que ya no es del orden de la violencia o la protección, sino que se perfilan
una serie de técnicas que adquieren preponderancia sobre esferas aparentemente
alejadas de la población, pero que se insertan en una lógica del cálculo, el
análisis, y la reflexión que terminan actuando sobre el conjunto de las
personas.
15 Foucault,
OP. CIT.Pág 51.
16 Lukács,
Georg. Historia y
conciencia de clase. Editorial de Ciencias Sociales. La Habana, 1970.
17 Guattari introdujo la noción de
sometimiento semiótico, para hacer explícito como los dispositivos de poder
intervienen los espíritus y el mundo simbólico de los sujetos y no sólo los
cuerpos como sostuviera Foucault. A la par Deleuze y Guattari denominan
desterritorización maquínica a los desplazamientos que producen en los objetos
las máquinas. En este punto, la máquina siempre modifica el lugar de quien la acciona,
y al espectador de tal proceso.
18 Simmel, Georg. El individuo y la
Libertad. Ediciones Península. Barcelona, 1986.
19 Idem. Pág 264.
20 la palabra “gastronomía” no tiene
un significado literal del todo claro, ya que deriva del griego γαστρός “gaster”
o “gastros” que quiere decir estómago y “gnomos”, conocimiento o ley
(Conocimiento o estudio del estómago). El primer estudio de gastronomía o más
bien Fisiología del gusto, fue realizado por Jean Anthelme Brillat-Savarin de
finales del siglo XIX. Se diferenciaba de los tradicionales recetarios,
compuestos por una sucesión de técnicas culinarias y recetas escritas desde
tiempos remotos, en cuanto al estudio que presentaba acerca de los sentidos, en
especial el del gusto y su estrecha relación con la comida.
21 Rubert de Ventós, Xavier. De la
Modernidad. Ediciones Península. Barcelona, 1982.
22 Un caso emblemático en este
punto, fue el de la activista mapuche Patricia Troncoso, quien estuvo por más
de 100 días en huelga de hambre. Por cerca de tres meses se extendió su huelga
(Noviembre 2007 a Enero 2008), siendo, sin duda, una de las movilizaciones de
este tipo más largas en nuestro país. Finalmente, con su acción, la huelguista
logró poner en la palestra el tema de las reivindicaciones de tierras del pueblo
mapuche, y además establecer simbólicamente un gesto de disencia a través del
uso de su cuerpo, lo que puede ser considerado como una verdadera performance
del hambre.
BIBLIOGRAFÍA
- AGAMBEN, Giorgio. Homo Sacer.
Editorial Pre- Textos. España.2003.
.ALBANO, Sergio. Michel Foucault,
glosario epistemológico. Editorial Quadrata. Argentina.2006.
- ARENDT, Hannah. La condición humana. Ediciones Paidós Ibérica, S.A. Barcelona.1998.
- ARENDT, Hannah. La condición humana. Ediciones Paidós Ibérica, S.A. Barcelona.1998.
- ARISTÓTELES. De Ánima. Editorial
Leviatán. Argentina.
- BENJAMIN, Walter. Para una crítica
de la violencia. Editorial Taurus. Madrid.1998.
- BENTHAM, Jeremy. El Panóptico.
Editorial Quadrata. Buenos Aires.2005.
.CARDONA, Francesc. Mitología
Griega. Edicomunicación, S.A. Barcelona.1996.
- DÍAZ, Esther. La filosofía de Michel Foucault. Editorial Biblos. Buenos Aires.2003.
- DÍAZ, Esther. La filosofía de Michel Foucault. Editorial Biblos. Buenos Aires.2003.
.FOUCAULT, Michel. Historia de la
sexualidad, Cáp. I. Siglo Veinte editores. Argentina. 2002.
Historia de la locura en la época clásica. Fondo de Cultura económica. Mexico.2002.
Historia de la locura en la época clásica. Fondo de Cultura económica. Mexico.2002.
Seguridad, territorio, población. Fondo
de Cultura económica. Argentina. 2007.
Vigilar y Castigar. Siglo veintiuno
editores. Argentina. 2002.
El nacimiento de la biopolítica.
Fondo de Cultura Económica. Argentina. 2007.
- HARDT, Michael, Antonio Negri.
Imperio. Editorial Paidós. Barcelona.2005.
.HOBBES, Thomas. Leviatán.
Editorial Losada. Buenos Aires. 2007.
.LEVI, Primo. Trilogía de Auschwitz. Editorial Océano. España. 2006.
.LUKÁCS, Georg. Historia y conciencia de clase. Editorial de Ciencias Sociales. La Habana.1970.
.LUXEMBURGO, Rosa. La acumulación del capital. Argentina.1968
- MACFARLANE, Alan. La cultura del capitalismo. Fondo de Cultura Económica. México.1993.
.LEVI, Primo. Trilogía de Auschwitz. Editorial Océano. España. 2006.
.LUKÁCS, Georg. Historia y conciencia de clase. Editorial de Ciencias Sociales. La Habana.1970.
.LUXEMBURGO, Rosa. La acumulación del capital. Argentina.1968
- MACFARLANE, Alan. La cultura del capitalismo. Fondo de Cultura Económica. México.1993.
.MAQUIAVELO, Nicolás. Biblioteca
Edad. Madrid.2008.
- NIKITIN, P. Economía Política. Ediciones de lenguas extranjeras. Moscú. 1959.
- NIKITIN, P. Economía Política. Ediciones de lenguas extranjeras. Moscú. 1959.
- PIRENNE, Henri. Historia económica
y social de la Edad Media. Fondo de Cultura Económica. Mexico. 2003.
.RUBERT DE VENTÓS. Xavier.
Ediciones península. Barcelona.1982.
- SIMMEL, Georg. El individuo y la libertad. Ediciones península. Barcelona.1986.
- SIMMEL, Georg. El individuo y la libertad. Ediciones península. Barcelona.1986.
- SONTAG, Susan. La enfermedad y sus
metáforas, y el sida y sus metáforas. Editorial Santillana, S.A. Taurus.
Argentina.1996.
.ZÚÑIGA, Rodrigo. La demarcación de
los cuerpos. Ediciones metal pesados. Santiago de Chile.2008.
No hay comentarios:
Publicar un comentario